Es curioso que ayer, tras el concierto de ayer de Neil Young, encaramos una conversación con Alex "Baby" Lagarto y JJ sobre los críticos musicales de este país. Y hoy, como si se tratara de una confirmación de nuestras palabras, La Vanguardia parece darme la razón. No es una cuestión de estar de acuerdo o no con lo que dice una crítica. Un crítico ha de opinar y estés o no de acuerdo, es lo que hay. El problema es entrar en terrenos algo más espinosos. El disco nuevo de Green Day, que servidor encuentra de lo mejor, si no lo mejor de su carrera es definido para empezar como una lamentable pérdida de tiempo. Todo se empieza a entender cuando el señor Esteban Linés, firmante de la crítica, se declara fan de la banda (algo muy recurrente y protector cuando vas a cargarte algo), los define como "émulos de Nirvana" (¿?)y asegura que "produce asco escuchar un bodrio de estas características". No señor, no. Un respeto para los músicos que invierten energías, tiempo y mucho trabajo en hacer un disco. No se puede llegar al insulto personal de esa manera. Pero es que el colmo llega cuando se ataca a otra publicación tan frontalmente. Y por lo tanto a la opinión de un compañero de profesión. Según Linés, que la revista Rolling Stone considere que Green Day está avanzando en su carrera no es más "que una tontería". Y para acabar se rubrica la crítica con un "están anclados en los 90 y no saben como salir". Demasiado típico. Lo mejor es cuando compruebo que la misma persona firma la crítica a dos páginas del concierto de Neil Young y empieza la misma con "a lo largo de casi tres horas, Neil Young dictó una clase magistral". Ay, ay, ay. Me parece que no nos quedamos todo el concierto caballero. Porque el mismo duró una hora y tres cuartos, bis incluído. Pero claro, corría por Internet que el concierto iba a durar tres horas. Leyendo la reseña queda claro que el amigo Esteban se fue en «Cortez, the Killer» (si es que estuvo), séptimo tema y última referecia real al bolo. Que entiendo que se cerrara la edición del periódico por horario, pero también se puede decir ¿no? Mala praxis, mala información. Si es que...Luego nos quejamos que los músicos se cabrean con los críticos. Y es que hacer una crítica es algo más que leer Internet, llenar de tópicos tus palabras o cargarse al grupo de turno así como así. Es mi opinión, señor Linés, con todos mis respetos. Sobre sus maneras. No sobre el fondo. En el que ya que es mi blog diré que tampoco estoy de acuerdo. Pero eso es otro cantar. Y las opiniones son las opiniones, como ya he dicho.Por otro lado, mi visión del bolo de Neil Young difiere ligeramente de lo que he leído por ahí. A mi el bolo me pareció correcto, incluso bueno, diría. Pero el sonido era infumable en mi opinión. Destinado sólo a estar en las cuatro primeras filas. Más atrás se perdían los sonidos de la guitarra, el bajo saturaba y a menudo la música se convertía en ruido. Vi a ruteros de pro, redactores del popu, críticos de agencias de noticias, etc. irse al lavabo en medio del bolo y perderse la mitad sin rubor. Sin palabras. El repertorio fue espectacular pero demostró lo poco que confía el propio Young en su último disco. Y es que las nuevas canciones se ensombrecen ante los clásicos de Neil. Imposible casi que eso no pase con una selección tan inmensa como la de ayer. A mi me mató el tema del sonido. Lo reconozco. Pero Young es Young y como Dios del Olimpo que es, mereció la pena ¿Si repetiría? Sí, sin dudarlo. Siempre ¿Compraré su próximo disco? Sí, claro. Que pregunta más tonta ¿Ha cambiado mi opinión sobre Young después de ayer? No, para nada. Sigue estando entre los más grandes.
Sonando: Albuquerque de Neil Young
