domingo, mayo 18, 2014

El Cabrero y el fantasma de Woody Guthrie



Lo de anoche del Cabrero no tiene nombre. Difícil definirlo con palabras. Pocas veces he visto a alguien (y he visto a muchos) llenar un escenario de esa manera sólo con su presencia. No le hizo falta ni siquiera cantar. Eso sí, cuando lo hizo aparecieron por allí los fantasmas. Y es que, a pesar de un sonido mejorable, no achacable al artista, por la sala decidieron aparecer los espíritus de Hank Williams, de Johnny Cash y de Woody Guthrie. De Hank tiene José el poso, la capacidad para contar historias, la rapidez de respuesta y la poesía en la garganta. De Cash tiene la profundidad de su voz, la actitud y su ropa negra. Esa que lleva por el mismo motivo que Johnny. Y de Woody tiene esa capacidad para tocar a los poderosos allí donde les duele. Esa fuerza en sus palabras, ese quejío. Porque si la guitarra de Guthrie mataba fascistas, la voz de José los entierra bien abajo. Inconmensurable. Arte puro. Y lo dice un vago seguidor del Flamenco. Porque El Cabrero no es solo eso. Es mucho más. Sólo hay que ver su piel tostada por el sol para darse cuenta de que la tierra lo ha acogido como parte de ella.

Sonando: Lluvia de El Cabrero

PS: Tampoco tiene nombre la actitud infame de la sala. Alguien tenía que decirlo y lo hago yo. Tratar así a un personaje tan grande es una puñetera vergüenza. Mínimas facilidades, trato nefasto, catering ridículo…El colmo fue echar a la gente de la zona de merchandising cuando todavía había mucha que quería comprar. Y el recolmo echar del camerino a un músico de setenta años, que había dado un conciertazo cargado de antibióticos y dejarlo firmando discos en la calle sólo diez minutos después de haber acabado su recital. Pero El Cabrero volvió a pasarles la mano por la cara a aquellos que no dan más de sí. A aquellos que no soportan sus palabras. Porque firmó hasta el último de los discos que le pidieron, se hizo hasta la última de las fotos y  no paró de compartir amabilidad y sabiduría. No puedo evitar imaginarlo cayendo en la cama de su hotel, rendido, pero con la sensación de haber hecho lo que tenía que hacer. Un grande.

1 comentario:

Dina Aranzazú Correa dijo...

Me emocionaste hasta las lágrimas, El Cabrero es el mas grande entre los grandes, como artista y como persona, un Hombre, asì, con mayúscula, sin dobleces, autentico y humilde
, gracias