viernes, julio 24, 2015

Vuelva cuando guste, señor Neville



Siempre pienso cuando una banda foránea se encuentra como teloneros a un grupo como The Excitements, cosa que le sucedió ayer a Royal Southern Brotherhood, en la famosa anécdota de Jerry Lee Lewis quemando su piano y diciéndole a Chuck Berry al salir del escenario “supera eso, negro”.  Ayer ese torbellino que lidera a la banda de soul catalana llamada Koko Jean Davis podía haber hecho lo propio con Cyril Neville y compañía. Me los imagino pensando “¿quién coño ha tenido la ocurrencia de poner a estos delante nuestro?”. Aunque viendo su show posterior no creo que deban preocuparse mucho.

Royal Southern Brotherhood aparecieron en escena algo pasadas las 22:30 h. (sinceramente un poco tarde) pero lo hicieron convencidos de su puesta en escena y, sobre todo, de la mejoría que ofrecen en las tablasrespecto a sus discos. Porque sí. Como esperaba, la banda es carne de escenario y no de ese sonido limpio y pulcro que se empeñan en conseguir en sus hasta ahora tres elepés. Neville está en una forma espléndida. Ataviado con un conjunto que solo puede quedarle bien a él, con sus amuletos indios al cuello y un pequeño set percusivo delante del micrófono adoptó su papel de frontman desde el principio, aunque cediendo el protagonismo vocal en ocasiones a sus dos guitarristas. De ellos Bart Walker demostró que aún está bastantes peldaños por encima de un Tyronne Vaughan que, a pesar del parecido físico con su padre Jimmie, parece acusar el peso de su apellido. Sin olvidar, tampoco, el espléndido trabajo al bajo de un espectacular Charlie Wooton. Solo fallaron algunos tics de jam band.

Y es que, efectivamente, lo que vivimos ayer en el BARTS fue un espectáculo propio de una jam band clásica, al estilo de Allman Brothers , Phish o Widespread Panic. Con lo bueno y lo malo que eso tiene. Ya saben, entre lo primero libertad instrumental, músicos de alto voltaje, camaradería en escena, protagonismo compartido y altas dosis de improvisación. Entre lo segundo, algunos temas demasiado largos y, sobre todo, solos innecesarios de bajo y batería que tenían toda la pinta de estar destinados a dotar de aire a un incansable Cyril Neville. Nada que desgastara la impresión de haber asistido a un muy buen concierto que deja un sabor de boca excelente.

Sonando: Fired Up! de Royal Southern Brotherhood

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