jueves, mayo 19, 2016

Sobre la solidaridad y de paso la música



La falta de solidaridad es una enfermedad que sale carísima. Preservar nuestro capital de las manos de los desfavorecidos es un gasto que se lleva prácticamente la mayor parte de nuestros bienes. A nivel planetario la injusticia social sale carísima”. (Pablo Carbonell, El mundo de la tarántula)

Dentro de esa fina ironía que encontramos en el libro autobiográfico de Pablo Carbonell se recogen muchos de los sentimientos que me embargan desde que me metí en el fregado de organizar conciertos solidarios para que ningún niño se quede sin disfrutar del verano por motivos económicos. Como dice Carbonell, es muy caro preservar tu capital de las manos de los desfavorecidos porque te lo has de gastar en ti mismo, pero yo voy más allá. No hablo de capital monetario solo, sino también de tiempo. El dinero no es la excusa más habitual que me encuentro con la gente que nunca, y digo nunca, puede venir a pasar un rato viendo a Joana Serrat, Los Mambo Jambo, Carlos Cros, Schizophrenic Spacers, Santos y un largo etcétera de interesantísimos grupos. La cosa suele ir por el “no tengo tiempo”, “ya he quedado”, “me iba con la familia”, “me va fatal”….Y es que si me permiten, ser solidario es cojonudo cuando no supone ningún esfuerzo. Entonces todos lo somos pero a la que hay que hacer el más mínimo de ellos ya cuesta más. De boquilla señores, está muy bien ser solidario de boquilla pero hay que demostrarlo.

No voy a decirles lo que supone para mí o algunos compañeros (pocos) organizar estos conciertos porque muchos ya saben todo lo que eso implica (acuerdos, backlines, caterings….), pero les recuerdo que yo tengo familia y que no es que no tenga nada que hacer cuando me meto en estos líos. Y para los que dudan, no, no hago estas cosas en horario de trabajo. Tampoco les voy a pedir, Dios me libre, que hagan como yo ni que ni siquiera que vengan a esos conciertos en los que, por cierto, lo pasamos en grande: vemos buena música, pagamos 5 €uros de nada, picoteamos por la cara, nuestros hijos se lo pasan en grande y bebemos vermut artesano con los colegas. Cada uno hace lo que le viene en gana y puede hacer con su tiempo lo que quiera. Solo faltaría. Pero sí les pediría que reflexionaran la próxima vez que digan eso de “no me va bien”, “es que ayer me acosté tarde” o “tengo una comida”. Vamos, que no se coman una y cuenten veinte como en el parchís. Que es mucho más valiente decir que tus prioridades son otras pero, por favor, no hagan el ridículo de ponerse la medalla al más solidario. A mí, por lo menos, ya no me la cuelan.

Sí, me he defraudado con mucha gente, más por el engaño que por la actitud en sí, aunque con otros me he sorprendido gratamente también. He visto a mis hijos sonreír cuando el batería de Mambo Jambo les regalaba las baquetas, a un montón de chavales ver por primera vez un concierto de rock con Santos y disfrutarlo a tope, a otro montón de críos haciendo el indio con Lon Spitfire, a varios escuchando como Dani Nel-lo les explicaba como suena un saxo, el Rocksound lleno de patinetes y cochecitos de niños, músicos que se ofrecen a cualquier cosa….Y eso llena. Encima me permito el lujo de ingresar al lunes siguiente lo recaudado y ver como el número de niños que podrán irse de colonias va aumentando. Eso no tiene precio. Os lo garantizo. Y el domingo hay otra oportunidad. Esta vez con Masclans. Ya saben que yo no faltaré, vosotros tenéis otra oportunidad para hacer algo bonito disfrutando de un buen concierto.

Sonando: Solidarity de Rancid

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